El diseño, construcción y mantenimiento de las fachadas de nuestros edificios requieren de un alto grado de calidad. Es importante confiar la ejecución de estos trabajos a una empresa que cuente con los recursos y la experiencia suficiente. Además, todos nuestros edificios han de superar unas inspecciones técnicas reglamentarias para garantizar que cumplen con las condiciones de seguridad y estética exigidas. Para obtener el dictamen favorable de estas revisiones periódicas durante muchos años, utilizaremos materiales de calidad y llevaremos a cabo un mantenimiento adecuado de las fachadas.

La fachada es la cara del edificio, lo que mejor define el interior. En edificios corporativos la fachada es de vital importancia, su diseño está cuidado hasta el más mínimo detalle, puesto que los colores y formas reflejan la imagen que la empresa quiere transmitir al público. Es por esto que una fachada bonita y cuidada potencia la imagen positiva del interior, provocando en los invitados una sensación de bienestar.

La capacidad aislante de las fachadas es triple, debe satisfacer el aislamiento térmico, el aislamiento acústico y, además, ser impermeable. Para lograr estos tres requisitos, las fachadas se componen de varias capas. La capa exterior suele ser de ladrillo, y sobre este se aplica una capa impermeabilizante, ya sea revestido de cemento o algún material sellador. Sólo así conseguiremos proteger nuestra fachada de humedades, suciedad o grietas durante muchos años. La capa interior suele ser ladrillo u otro material más económico, como puede ser el cartón-yeso. Y en esta receta es de vital importancia lo que pongamos en la capa interior, ya que esta tiene la función de garantizar el mejor aislamiento térmico y acústico, así como de evitar condensaciones intersticiales. Este fenómeno se produce por la caída repentina de la temperatura a ambos lados de un material, lo que provoca que se condense el agua en su interior.

La capa interior estará compuesta, a su vez, de varias capas. Una de ellas, cuya función primordial es la de aislar térmicamente, ha de ser de fibra de vidrio, lana de roca o espuma de poliuretano. Para evitar la condensación mencionada anteriormente, se colocará una lámina de un material que ofrezca gran resistencia al paso del vapor de agua, conocido como la barrera de vapor. Tras esta capa se dejará un espacio vacío, lo que se conoce como la cámara de aire, que cumple una doble función: ventilar el vapor de agua y aumentar la capacidad aislante.

En resumen, la inversión en materiales de calidad en una fachada repercutirá en una mejor calidad de vida y, sobre todo, en un mayor ahorro energético. Asimismo, el mantenimiento de las fachadas es un asunto que a menudo se descuida, pero es de gran importancia para que la fachada cumpla con su función durante el mayor número de años.

En Afandecor contamos con un equipo de expertos con una dilatada experiencia en trabajos en fachadas. Contacta con nosotros sin ningún compromiso y te asesoraremos en tu proyecto. Deja que te ayudemos a aumentar el ahorro energético de tu edificio.